El libro del que vengo a hablaros hoy, Rabia, marcó varios hitos (no siempre para mejor, pero qué se le va a hacer) en la vida de Stephen King. Bajo el título de Getting It On, fue la primera novela de Stephen King, y una de las dos novelas previas a Carrie (cuando eran un total de cinco)que le parecía que realmente merecía la pena. También fue la primera que publicó Richard Bachman (estoy cansándome un poco de usar su nombre, seguro que el lector también, pero pronto acabará, lo aseguro). Y, por desgracia, la única de la que King se arrepiente. Ni siquiera se arrepiente de sus malas novelas (si es que las tiene), pero sí de Rabia. Esto se debe a algunos casos que sucedieron a mediados de los noventa en Estados Unidos. Tres casos, concretamente, el los que distintos adolescentes tomaron sus respectivas escuelas con una pistola en la mano y tomaron como rehenes a sus compañeros. Cuando King se enteró de eso, dio la orden de no re-editar más el libro, por lo que hoy es prácticamente imposible conseguirlo.
Como no servirá de nada, no pondré ningún dato respecto a las páginas, ni capítulos, ni extensión, ni formato, ni precio, dado que para el lector que se haya interesado por King después de los noventa, no tendrá oportunidad de comprarlo de manera fácil y directa. Para conseguir este libro en la actualidad, hay que andarse con ojo por las tiendas de segunda mano. Un familiar mío consiguió la edición más actual de este libro (en formato de bolsillo, con fecha de 1997) por casualidad en Cuba, y lo compró inmediatamente, sin ni siquiera saber que se trataba de una joya genuina y difícil de tener. Así que pasaré directamente a reseñar el libro.

Portada de una de las primeras ediciones del libro en español. Aunque no es realmente de terror, la cara asusta, pero tiene su explicación lógica.
La trama es de esas a la que King no nos tiene acostumbrados: un adolescente que se vuelve loco y secuestra a sus compañeros de clase en el instituto. Algo simple, en principio, pero si profundizamos encontramos una crítica a la sociedad, y una autopsia al instinto asesino del ser humano. Se trata de un libro corto (como todos los de Bachman), cuyas páginas pasan volando, y la acción se concentra en una sola sala, siempre todo el mundo tenso ante la posibilidad de que algo pueda salir de quicio.
El personaje central de la historia es Charlie Decker, el secuestrador. Este chico está, sin dudas, fuera de sus casillas, está totalmente loco. Pero no es la locura esa de “voy a hacer tonterías”, “veo dragones”, o “pienso que estoy en otra época”. Es la locura que te hace más inteligente, capaz de todo lo inimaginable, calculador, abominable. Es locura que King probará luego en otros libros (como en Misery, por ejemplo). Aunque realmente no se puede decir que Decker esté loco, sino que mientras que surgen los acontecimientos, su nivel de civilización y moralidad descienden cada vez más rápido. Gracias a esta mezcla de inteligencia, frialdad y locura, Rabia consigue atrapar al lector dentro de la mente del adolescente, e incluso disfrutaremos con sus diálogos y negociaciones con el mundo exterior, que intenta que todo salga bien. Podríamos decir que Charlie Decker es una versión más del adolescente conflictivo por excelencia de la literatura: Holden Caufield (El guardián entre el centeno, J.D Salinger), sólo que con una pizca más de locura.
La cuadrilla, porque podríamos denominar perfectamente así a los rehenes, de Charlie son adolescentes como él. Lo conocen, han estado a su lado durante toda su vida, y se toman este secuestro como un asunto interesante del que hablar posteriormente. En la clase de Charlie hay personalidades de lo más dispares, para bien o para mal, que juntos forman el cóctel perfecto. Está la estudiosa, la cotilla, el negado, el conforme, la promiscua….Todo tipo de personas. Charlie ha secuestrado a la más variopinta clase de todo el instituto. Aunque parece que Charlie controla muy bien esa situación, presenciamos el las páginas finales lo que King nos lleva advirtiendo toda la novela: la locura es un mal que se propaga. Calificaría ese final de impresionante, con letras mayúsculas.
La prosa y la organización de capítulos es simple, lo cual favorece a la lectura. Da una sensación de ligereza, y de espontaneidad que dotan de un realismo más marcado a la novela. El lector quedará enganchado desde la primera frase, y pasará y pasará las páginas, siempre con el aliciente de descubrir por qué Charlie Decker ha hecho eso, y cómo se resolverá la historia.
Resulta muy difícil encontrar las palabras adecuadas para describir el libro y sus personajes, dado que se trata de una trama especial, un terror cotidiano. Además, lo leí hace unos cuantos años, y tal fue el impacto que causó que preservo en mi mente pasajes enteros del mismo. Aún así, todavía el cerebro no encuentra las palabras adecuadas.
Existen muchos libros controvertidos sobre adolescentes conflictivos, y yo he leído y reseñado los más notables en este blog (El guardián entre el centeno, de Salinger, Nada, de Jane Teller, y tengo más en la estantería que requieren mi rápida atención), pero siempre viene bien volverlos a leer, para darse cuenta de la grandeza de los escritores, y de las tramas que en principio pueden parecer simples, pero que en el fondo guardan una enorme crítica a la sociedad (o a la falta de ella). Si nos damos cuenta, esos libros tan controvertidos (y tan vetados, por cierto) tienen como denominador común el tema más corriente entre todos los temas corrientes: la adolescencia. Podría decir sin temor a equivocarme que cada día: un niño de transforma en adolescente; un adolescente deja de serlo y se convierte en adulto; un adolescente cambia su forma de pensar (evoluciona, o involuciona en sus pensamientos, todo depende de dónde esté), un adolescente tiene problemas (de mayor o menor gravedad, pero siempre están ahí los problemas, aunque se trate de algo insignificante). Cada día un adolescente escucha y absorbe como una esponja los desechos de esta sociedad, aunque también las cosas buenas. Y así un largo etcétera, relacionado con el tema “adolescentes”.
Aunque trate del tema más cotidiano del mundo, nunca está de mas saber que se trata de ficción. Una ficción que lleva al límite nuestras posibilidades, y que pensándolo un buen rato tampoco se trata de algo tan descabellado, pero igualmente uno debe tener bien claro que se trata de un trabajo de ficción. El ser humano, sobretodo el adolescente, tiene que aprender a diferenciar entre realidad y ficción, para no cometer errores y tampoco obsesionarse. Lamentablemente, en el pasado hubo algunos que no supieron la diferencia y cometieron errores garrafales e imperdonables. Hablo de aquellos chicos que, tomando como ejemplo a Charlie Decker, secuestraron a su clase. También hablo de personas que se obsesionaron con El guardián entre el centeno, se creyeron por un momento Holden Caufield, se cansaron de su vida y cometieron crímenes creyendo que en realidad eran héroes e iconos de la sociedad. Como por ejemplo Mark David Chapman, horrible persona. Y menos mal que no han vuelto a suceden acontecimientos como aquellos.
Así que mi humilde consejo es que, si quieres, leas esos libros. Sí, son muy interesantes y atrayentes literariamente y para alabar al autor, pero siempre que leas un libro que sabes conscientemente que trata un tema cercano a tí, pero llevado al extremo, por favor, ten bien claro que se trata de ficción. Estudia ambos significados, entre realidad y ficción, y tenlo bien claro siempre. Porque ese tipo de libros son una hoja de doble filo. Por una parte, son maravillosos, tienen descripciones exquisitas, personajes realmente impresionantes, y el dominio del autor sobre el tema es realmente digno de admirar. Pero por otra parte, se trata de libros muy peligrosos. Ten bien claro lo que estás leyendo, y etiquetalos mentalmente dentro del verdadero género que tienen. Ese es el mensaje de Stephen King al no re-editar Rabia. No te arruines la existencia. Después de todo, es sólo un libro.
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Hey, como que ya hace falta un nuevo post ¿no crees? ésto comienza a oler rancio. =P