Reseña: BLACKSTAR – DAVID BOWIE (2016)

Blackstar_album_cover

Fecha de publicación: 8/01/2016
Género: Art Rock, Jazz Rock, Experimental Rock
Duración: 41: 13
Discográfica:  ISO Records

Escuchar Blackstar de David Bowie debería ser una experiencia horrible. El contexto que le rodea es muy triste, te hace pensar en tu propia mortalidad todo el rato, es un constante recordatorio de algo que ya no está, te fuerza a afrontar una realidad que semanas atrás ni se te había pasado por la cabeza (pero ni a ti, ni a nadie, de verdad)…es como el final abrupto de la mejor película del mundo. Debería ser una experiencia horrible.

Debería, pero no lo es.

Es todo lo contrario. Más allá de la tristeza que te provoca y lo oscuro que es el álbum en sí, lo cierto es que Blackstar no deja de impresionarte cuando piensas en ello. ¿Cómo puede haber alguien tan vanguardista que incluso después de 50 años de carrera, siga manteniéndose tan fresco y adelantado a su tiempo como al principio? ¿Cómo puede haber alguien que sabiendo que le queda poco tiempo de vida, aún tenga fuerzas para meterse al estudio y crear una obra de arte como ésta? Un álbum lleno de simbolismos, de guiños que no suenan forzados, críptico, plagado de experimentación, que va un paso por delante, que ha conseguido llegar hasta lo más alto del éxito comercial y de crítica. Que alguien me diga cómo es posible que alguien moribundo haga esto.

Si no tenemos la respuesta, lo único que nos queda es estar agradecidos de que la persona capaz de algo así haya compartido su talento con nosotros. Que nos haya transmitido tantísimo con su música, que nos haya acompañado durante tanto tiempo, en las buenas y en las malas. Joder, incluso en su propia muerte él es el mejor alivio. A mí me entristece muchísimo su muerte (¡encima tan repentina!) pero…pensándolo mejor, al final del día me siento más agradecido de que Bowie haya existido y de que hayan existido más personas como él a lo largo del tiempo, que triste por su muerte.

Eso es exactamente lo que me transmite Blackstar. Desde luego es una mezcla de emociones tristes con otras menos tristes. Pero en realidad lo que prevalece es lo excelente que es el álbum, el increíble hecho de que Bowie creara algo así bajo circunstancias tan terribles (¡eso es ser un artista hasta el final!), su sonido tan avant-garde, tan moderno, escurridizo, reconfortante, evocador, tan jazzístico. Qué buena calidad, qué buen álbum para curarnos de una noticia tan triste. Qué buen cierre para una carrera tan magnífica (¿Blackstar = Abbey Road?). Casi puedo asegurarle un puesto altísimo en las listas de lo mejor del año, incluso de la década.

Y ya para acabar (juro que quería hacer esta reseña más corta) tengo que discrepar con un montón de personas, incluido el productor Tony Visconti, que aseguran que este es el regalo de despedida de David Bowie. Y a mí, personalmente, no me suena así. La última canción del álbum, I can’t give everything away no me suena como una despedida, sino una bienvenida a la eternidad. Es una melodía de ensueño que se va desvaneciendo poco a poco, como si en realidad nunca acabara, lo mismo que la voz de Bowie. Al finalizar Blackstar parece que David Bowie se haya ido flotando por encima de nosotros, hacia una eternidad brillante y agradable. Que es precisamente lo que pasará: su figura seguirá siendo relevante por muchísimo más tiempo. Así que lo más correcto es afirmar: David Bowie ha muerto, su música vivirá por siempre.

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