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Bachman Books: Rabia (1977)

El libro del que vengo a hablaros hoy, Rabia, marcó varios hitos (no siempre para mejor, pero qué se le va a hacer) en la vida de Stephen King. Bajo el título de Getting It On, fue la primera novela de Stephen King, y una de las dos novelas previas a Carrie (cuando eran un total de cinco)que le parecía que realmente merecía la pena. También fue la primera que publicó Richard Bachman (estoy cansándome un poco de usar su nombre, seguro que el lector también, pero pronto acabará, lo aseguro). Y, por desgracia, la única de la que King se arrepiente. Ni siquiera se arrepiente de sus malas novelas (si es que las tiene), pero sí de Rabia. Esto se debe a algunos casos que sucedieron a mediados de los noventa en Estados Unidos. Tres casos, concretamente, el los que distintos adolescentes tomaron sus respectivas escuelas con una pistola en la mano y tomaron como rehenes a sus compañeros. Cuando King se enteró de eso, dio la orden de no re-editar más el libro, por lo que hoy es prácticamente imposible conseguirlo.

Como no servirá de nada, no pondré ningún dato respecto a las páginas, ni capítulos, ni extensión, ni formato, ni precio, dado que para el lector que se haya interesado por King después de los noventa, no tendrá oportunidad de comprarlo de manera fácil y directa. Para conseguir este libro en la actualidad, hay que andarse con ojo por las tiendas de segunda mano. Un familiar mío consiguió la edición más actual de este libro (en formato de bolsillo, con fecha de 1997) por casualidad en Cuba, y lo compró inmediatamente, sin ni siquiera saber que se trataba de una joya genuina y difícil de tener. Así que pasaré directamente a reseñar el libro.

Portada de una de las primeras ediciones del libro en español. Aunque no es realmente de terror, la cara asusta, pero tiene su explicación lógica.

La trama es de esas a la que King no nos tiene acostumbrados: un adolescente que se vuelve loco y secuestra a sus compañeros de clase en el instituto. Algo simple, en principio, pero si profundizamos encontramos una crítica a la sociedad, y una autopsia al instinto asesino del ser humano. Se trata de un libro corto (como todos los de Bachman), cuyas páginas pasan volando, y la acción se concentra en una sola sala, siempre todo el mundo tenso ante la posibilidad de que algo pueda salir de quicio.

El personaje central de la historia es Charlie Decker, el secuestrador. Este chico está, sin dudas, fuera de sus casillas, está totalmente loco. Pero no es la locura esa de “voy a hacer tonterías”, “veo dragones”, o “pienso que estoy en otra época”. Es la locura que te hace más inteligente, capaz de todo lo inimaginable, calculador, abominable. Es locura que King probará luego en otros libros (como en Misery, por ejemplo). Aunque realmente no se puede decir que Decker esté loco, sino que mientras que surgen los acontecimientos, su nivel de civilización y moralidad descienden cada vez más rápido. Gracias a esta mezcla de inteligencia, frialdad y locura, Rabia consigue atrapar al lector dentro de la mente del adolescente, e incluso disfrutaremos con sus diálogos y negociaciones con el mundo exterior, que intenta que todo salga bien. Podríamos decir que Charlie Decker es una versión más del adolescente conflictivo por excelencia de la literatura: Holden Caufield (El guardián entre el centeno, J.D Salinger), sólo que con una pizca más de locura.

La cuadrilla, porque podríamos denominar perfectamente así a los rehenes, de Charlie son adolescentes como él. Lo conocen, han estado a su lado durante toda su vida, y se toman este secuestro como un asunto interesante del que hablar posteriormente. En la clase de Charlie hay personalidades de lo más dispares, para bien o para mal, que juntos forman el cóctel perfecto. Está la estudiosa, la cotilla, el negado, el conforme, la promiscua….Todo tipo de personas. Charlie ha secuestrado a la más variopinta clase de todo el instituto. Aunque parece que Charlie controla muy bien esa situación, presenciamos el las páginas finales lo que King nos lleva advirtiendo toda la novela: la locura es un mal que se propaga. Calificaría ese final de impresionante, con letras mayúsculas.

Portada de la edición original del libro.

La prosa y la organización de capítulos es simple, lo cual favorece a la lectura. Da una sensación de ligereza, y de espontaneidad que dotan de un realismo más marcado a la novela. El lector quedará enganchado desde la primera frase, y pasará y pasará las páginas, siempre con el aliciente de descubrir por qué Charlie Decker ha hecho eso, y cómo se resolverá la historia.

Resulta muy difícil encontrar las palabras adecuadas para describir el libro y sus personajes, dado que se trata de una trama especial, un terror cotidiano. Además, lo leí hace unos cuantos años, y tal fue el impacto que causó que preservo en mi mente pasajes enteros del mismo. Aún así, todavía el cerebro no encuentra las palabras adecuadas.

Existen muchos libros controvertidos sobre adolescentes conflictivos, y yo he leído y reseñado los más notables en este blog (El guardián entre el centeno, de Salinger, Nada, de Jane Teller, y tengo más en la estantería que requieren mi rápida atención), pero siempre viene bien volverlos a leer, para darse cuenta de la grandeza de los escritores, y de las tramas que en principio pueden parecer simples, pero que en el fondo guardan una enorme crítica a la sociedad (o a la falta de ella). Si nos damos cuenta, esos libros tan controvertidos (y tan vetados, por cierto) tienen como denominador común el tema más corriente entre todos los temas corrientes: la adolescencia. Podría decir sin temor a equivocarme que cada día: un niño de transforma en adolescente; un adolescente deja de serlo y se convierte en adulto; un adolescente cambia su forma de pensar (evoluciona, o involuciona en sus pensamientos, todo depende de dónde esté), un adolescente tiene problemas (de mayor o menor gravedad, pero siempre están ahí los problemas, aunque se trate de algo insignificante). Cada día un adolescente escucha y absorbe como una esponja los desechos de esta sociedad, aunque también las cosas buenas. Y así un largo etcétera, relacionado con el tema “adolescentes”.

Aunque trate del tema más cotidiano del mundo, nunca está de mas saber que se trata de ficción. Una ficción que lleva al límite nuestras posibilidades, y que pensándolo un buen rato tampoco se trata de algo tan descabellado, pero igualmente uno debe tener bien claro que se trata de un trabajo de ficción. El ser humano, sobretodo el adolescente, tiene que aprender a diferenciar entre realidad y ficción, para no cometer errores y tampoco obsesionarse. Lamentablemente, en el pasado hubo algunos que no supieron la diferencia y cometieron errores garrafales e imperdonables. Hablo de aquellos chicos que, tomando como ejemplo a Charlie Decker, secuestraron a su clase. También hablo de personas que se obsesionaron con El guardián entre el centeno, se creyeron por un momento Holden Caufield, se cansaron de su vida y cometieron crímenes creyendo que en realidad eran héroes e iconos de la sociedad. Como por ejemplo Mark David Chapman, horrible persona. Y menos mal que no han vuelto a suceden acontecimientos como aquellos.

Así que mi humilde consejo es que, si quieres, leas esos libros. Sí, son muy interesantes y atrayentes literariamente y para alabar al autor, pero siempre que leas un libro que sabes conscientemente que trata un tema cercano a tí, pero llevado al extremo, por favor, ten bien claro que se trata de ficción. Estudia ambos significados, entre realidad y ficción, y tenlo bien claro siempre. Porque ese tipo de libros son una hoja de doble filo. Por una parte, son maravillosos, tienen descripciones exquisitas, personajes realmente impresionantes, y el dominio del autor sobre el tema es realmente digno de admirar. Pero por otra parte, se trata de libros muy peligrosos. Ten bien claro lo que estás leyendo, y etiquetalos mentalmente dentro del verdadero género que tienen. Ese es el mensaje de Stephen King al no re-editar Rabia. No te arruines la existencia. Después de todo, es sólo un libro.

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Ya sabemos (porque he hablado en muchas ocasiones sobre el tema en este blog) que Stephen King ha publicado siete libros bajo el seudónimo de Richard Bachman. La mayoría de los Bachman Books, como yo les llamo, fueron escritos antes de Carrie. Cuando King dijo de era Bachman, los magnates de las editoriales vieron una gran oportunidad de hacer más dinero y editaron los cuatro primeros libros de Bachman en un sólo tomo. Ahí, King decidió explicar por qué fue Bachman, pero además, dio su visión sobre los libros aquellos. Decía que de las cinco novelas previas a Carrie, dos de ellas eran malas, una aburrida, pero otras dos le parecían buenas. Las dos buenas eran Rabia y Carretera Maldita. Eso demuestra que por entonces, King no sabía lo que hacía, porque creo que nadie pueda catalogar El fugitivo (libro que a continuación reseñaré) de malo o aburrido.

Portada de la edición de bolsillo de "El fugitivo". Como siempre, no tiene nada que ver con el libro, pero podríamos darle un significado metafórico.

Como datos técnicos y generales, huelga decir que es el cuarto libro de Richard Bachman, y el octavo libro de King (si lo situamos por año de publicación, El fugitivo [1982] iría entre Cujo [1981] y Christine [1983]) , cuenta con 304 páginas, formato de bolsillo, y un precio de 8,95 euros. El libro se sitúa en el futuro, en el año 2025, en el que un hombre de treinta años llamado Ben Richards se ve en tal apuro económico que tendrá que acudir al éxito televisivo de esos años: El Fugitivo. Se trata de un reality-show que consiste en una caza. La caza del concursante, que tendrá que huir como pueda para salvar la vida. Después de ocho días, si continúa vivo, se le entregará el premio: un maletín lleno de billetes. Ben Richards será ese concursante al que todo el mundo (y con todo el mundo me refiero incluso a los transeúntes) tendrá que dar muerte.

Cualquiera que haya visto la tele por estos días, se habrá dado cuenta de que el argumento de El fugitivo perfectamente podría llegar a materializarse en la vida real. King, sin saberlo, construyó una novela futurista diferente y con una crítica social más que notable. A medida que han pasado los años desde que este libro fue escrito, el ser humano ha adquirido una extraña especie de morbo que lo ha llevado a ver programas en los que se puede llegar a acabar con la vida privada y sentimental de personas tanto anónimas como famosas. Y todo esto, los que están del otro lado de la pantalla (tanto si eres presentador, como colaborador, o concursante en uno de esos programas) lo hacen por dinero. Conclusión: la sociedad está involucionando. Y sí, puede llegar a los límites que plantea El fugitivo.

Si dejamos a un lado la crítica social (que es, para mí, lo mejor del libro), El fugitivo no pierde demasiado porque se trata de un thriller, lleno de suspense y acción. Un cóctel realmente atractivo para el lector. Primeramente la historia plantea la situación por la que Ben Richards tiene que presentarse al concurso: su hija acaba de nacer, y ni él ni su esposa Sheila tienen una economía sostenible como para que la niña crezca sin problemas. No sólo hablo de crecer sin necesidades típicas de una niña que, al no tener, puedan causar rechazo entre sus compañeros, o pueda la propia niña repelerse a sí misma y a su entorno. También hablo de salud. Los medicamentos cuestan un dinero que no tienen.

Aquí ya nos deja bien claras las condiciones del protagonista y presenta un futuro más pobre del actual o el de hace más años. También nos describe unos suburbios y unas ciudades mucho más industrializadas y echadas a la cloaca que en cualquier otra época, contando también con los siglos anteriores al XX, cuando la sociedad carecía de una higiene y organización que hoy día si que tiene.

El concurso, su mecánica y su desarrollo son la base de la novela. Es un concurso mundialmente famoso, e increíblemente interactivo, y eso King lo demuestra porque la fama que adquiere Richards tan solo dos programas después, es enorme. Es la víctima número 1 de América. Es imprescindible verlo muerto.

El personaje de Richards es un hombre que profesa un profundo amor a su familia, y por eso se sacrifica y participa en esa locura llamada El fugitivo, y se plantea romper el récord de supervivencia. Es un hombre cuya inteligencia no se formó a base de libros, ni era un hombre de mucha cultura. Se valía de lecciones de la vida, de la inteligencia de la calle, cosa que se sirvió para esconderse de sus cazadores.

Pero Richards no aguanta mucho dentro de sus casillas, dado que lo asecha casi todo el mundo, llegando a cometer un delito, en el clímax de la novela. Aquí conocemos a un personaje singular que contrastará con el personaje de Richards, siendo, en todos los sentidos, su polo opuesto. En este tramo de la novela King aprovecha y nos da una visión de la clase alta de ese 2025.

El final es frenético, sangriento, gore y raro. Todo se saca de quicio, hasta llegar a límites insospechados por parte de Richards. Se trata del final más cañero que he visto en toda la literatura de King. El protagonista se da cuenta de lo que hace, por qué lo hace, pero no escarmienta y decide seguir adelante. En las páginas finales se da un merecido escarmiento a todo el mundo. Los directivos de ese mundo tan diabólico que es la televisión terminan de forma realmente satisfactoria para el lector. Se ha hecho mucho hincapié a lo largo de los últimos diez años en el final de El Fugitivo, y gracias a este (y otros libros, como Apocalipsis) King ha ganado el título de visionario ocasional. Sólo os puedo invitar a leerlo para saber el por qué.

Portada de la versión original del libro. Esta sí que guarda relación directa con el contenido. Lo que sostienen las manos sería una nueva especie de tele. En el interior, un Richards al borde de la locura.

Estéticamente el libro también es muy interesante. Aunque yo no me he leído todos los libros de Stephen King (aunque parezca que sí, pero en realidad no), puedo asegurar que nunca te vas a encontrar una distribución de capítulos y del paso del tiempo como la que tiene El fugitivo. Se trata de una cuenta atrás, comenzando por el 100 y acabando en el 0. Aún así, el libro no tienen ningún tipo de pérdida, tiene una prosa bastante sencilla, y dado a que sus 304 páginas contienen gran carga de acción y prácticamente podríamos describirlo como una carrera a contrareloj, pasan con rapidez. El lector lo podrá acabar perfectamente en menos de una semana, y experimentará una sensación de que el viaje ha sido realmente corto. Parecerá como si se despertara de una pesadilla de quince minutos, y sólo recordaras el final de ese mal sueño. Una sensación que realmente es gratificante para los lectores de thrillers atrayentes.

En resumen, creo que El fugitivo no podrá pasar de moda jamás. Aunque esté situado en un año concreto, la novela hace una reflexión y una crítica de cualquier momento de la sociedad. De la de ahora, de la del futuro, y también de la sociedad del pasado. Que, por cierto, no va bien últimamente. Un libro necesario para darse cuenta no sólo de lo morboso del ser humano, sino también de sus ganas increíbles de acaparar el dinero, lo obtenga por el método que lo obtenga. Así que, como véis, no creo que King haya juzgado como se merece esta creación (escrita en una sola semana, por cierto)y por eso se merece más oportunidades. Muchas más.

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Stephen King, tal y como lo conocemos actualmente, no siempre ha sido Stephen King. Stephen King también fue Richard Bachman en un momento determinado de su vida, concretamente antes de su ópera prima: Carrie.

El joven King, antes de conocer el éxito con su primera novela Carrie, ya había escrito varios libros de los que no se sentía realmente orgulloso, pero que después de obtener la fama se permitió el lujo de publicar bajo un pseudónimo: Richard Bachman. El pseudónimo le servía a King para diferenciarse a sí mismo. Richard Bachman escribió varios libros a finales de los 60’s y principio de los 70’s, pero a mediados de los 70’s, Bachman cruzó una línea, se convirtió en Stephen King, publicó tres libros nuevos: Carrie, Salem’s Lot, y El Resplandor. Brian DePalma adaptó Carrie, y ¡zasca!, King comenzó a vender libros, y libros y libros. Richard sólo salía algunas noches de luna llena y publicaba de vez en cuando, en los momentos en los que King se cansaba de tanto best-seller, y quería saber qué le parecía a la gente sus primeros trabajos, que en un principio eran:

1-Rabia

2-La larga marcha

3-Carretera Maldita

4-El fugitivo

5-Maleficio

Pero, ¿por qué Richard Bachman no podía seguir siendo Stephen King? ¿O por qué King no podía seguir siendo King cuando publicara esas novelas? Cosas del mundo editorial, (que a veces, por muy bien que nos lo haga pasar un libro, no nos olvidemos que hay un negocio detrás, que a veces no suele tomar buenas decisiones). Decían que las novelas previas a Carrie (que trataban temas un poco más sociales, y contenían un poco más de drama) no eran tan buenas como lo que hacía actualmente King, y mancharían su buen nombre, y además llenarían el mercado. Así que encasquetaron aquellas novelas a Richard Bachman, que pasó prácticamente inadvertido.

Para el público, King y Bachman no se llevaban nada bien, y eso se debía en parte a que King dudaba de la calidad literaria de aquellos primeros libros. El primero pensaba que la obra del segundo era demasiado floja, y que no tenía aptitudes para ser escritor(lo cierto es que King se había inventado una gran y deprimente historia sobre un Bachman pobre y granjero, cuyos últimos años eran misteriosos). El segundo se manifestaba en desacuerdo con la atrocidad de las novelas del primero, y lo consideraba un personaje odioso. Luego, en 1985, Bachman murió de cáncer y King confesó públicamente que se trataba de un pseudónimo, situación aprovechó para inspirarse, y escribió la novela “La Mitad Oscura” (una historia sobre la influencia de la ficción en la realidad, la verdad y la mentira dentro de la literatura, el salvajismo y la delicadeza de las personas).

Una vez que todo el mundo supo que Bachman y King eran la misma persona, fueron como locos a las librerías a por libros de Bachman, oportunidad que supo aprovechar ese desquiciado mundo editorial, y editó una recopilación de las cuatro primeras novelas de Bachman, en cuyo prólogo King pudo explicar como pudo las razones que le llevaron a ser Richard Bachman. El ensayo se puede leer aquí.

Después de eso, la historia de Bachman y King parecía haber terminado. King había matado a Bachman porque, al parecer no había más novelas previas a Carrie. Y los editores estaban contentos porque el dinero seguía ingresando: tenían dos King, por el precio de uno.

Cuando el nombre de Richard Bachman ya sólo aparecía acompañado de la frase: STEPHEN KING, escribiendo como..”, y parecía que sólo existía un King, el autor de Maine se inventó otra ramificación en su historia con Bachman. Resulta que en 1994 la viuda de Richard Bachman, Clauida Inez, revisando los cajones encontró otra novela de su difunto, que escribía por las noches, antes de morir (o sea, en 1985), y se la entregó a King, que decidió entregársela a su editor y publicarla. El editor, en el epílogo de la novela de Bachman (llamada “Posesión”), dijo que modificó varias cosas para hacerlo más actual. En la primera edición del libro no aparecía el nombre de Stephen King para nada. Era Richard Bachman. Sólo él. La trama de éste libro era mucho más sobrenatural que los otros libros de Bachman. Lo más sobrenatural que tenía Richard Bachman hasta el momento era su última novela: Maleficio.

Al mismo tiempo, King publicó otro libro llamado “Desesperación”, que lo protagonizaban los mismos personajes que protagonizaban “Posesión”. Tenían la extensión y una trama familiar. Por supuesto, en “Desesperación” no se mencionaba a Bachman para nada. El único libro de Stephen King, hasta la fecha, que había mencionado el nombre de Richard Bachman era “La Mitad Oscura”. La página de la dedicatoria de ese libro decía:

Estoy en deuda con el difunto Richard Bachman por su ayuda e inspiración. Sin él, no hubiera sido posible escribir esta novela.

S.K

Tanto la similitud de trama, como la utilización de los mismos personajes, hacía parecer que King quería hacer constar en acta que él y Richard Bachman eran la misma persona. Ahora, ya no se trataba de manchar su buen nombre, ni asuntos editoriales, ni de calidad. Posesión, de Richard Bachman, estaba publicada porque Stephen King quería, porque en realidad Stephen King aún oficialmente muerto Richard Bachman, seguía escribiendo cosas de Richard Bachman y le gustaba hacerlo. En el ensayo que publicó en la recopilación de novelas de Bachman, King decía que mientras la editorial lo hostigaba y le atormentaba, y él se llenaba la cabeza haciendo best-sellers, Richard Bachman era su punto de inflexión, lo que lo relajaba.

Posteriormente, en otras ediciones de “Posesión”, los nombres de Richard Bachman y Stephen King se volvieron a unir. Aunque con tipografías diferentes, al igual que las portadas. Las portadas de “Desesperación” y “Posesión” están hechas de manera que parezcan dos piezas del mismo puzzle. En “Posesión”, en la parte inferior derecha, vemos la parte delantera de un lobo asomado a la portada (animal que tiene un protagonismo y simbolismo especial en este libro), y en la portada de “Desesperación”, aunque venos una muñeca con una gran cabeza en primer plano, en la parte inferior izquierda podemos ver la cola y patas traseras de lo que sería también un lobo. Si juntas las dos portadas, verás que se forma la figura de un lobo entero. Es lo único que tienen en común las dos portadas, ese lobo. Porque, como podrás apreciar, el paisaje que rodea a esas dos partes del cuerpo del lobo no tienen nada que ver. En “Posesion” vemos una urbanización en Ohio, aunque, también hecha un caos, pero con muchos más matices civilizados y verdes que en “Desesperación”, donde reina el barro, las llanuras, los cactus y los bichos. Eso también es una forma de ver a King y a Bachman. Dos caras de la misma moneda.

Con “Posesión”, Bachman demostró que ahora, después de tantos años, estaba a la altura de King. El libro no defraudó a los lectores de “Desesperación”, y viceversa. Y la cosa se quedó ahí. Nadie pidió explicaciones de por qué King se había inventado una historia, sabiendo él mismo y todos sus lectores que tanto la vida como la muerte de Bachman era mentira. Algunos pensarían que se trata de un egocentrismo del escritor de Maine, o una forma de demostrar que puede tener dos visiones de la misma cosa, o quizás era un regalo a los fans de Bachman, los que estuvieron desde el principio con Richard Bachman. Pero la verdad es que King tampoco quiso dar explicaciones. Simplemente los personajes tenían que estar ahí. Y todos tan contentos.

Pero no todo ha sido alegre, o un toma y daca, en la obra de Stephen King como Richard Bachman. La primera novela de ambos, “Rabia”, sirvió como base para los fatídicos acontecimientos de finales de los 90’s en los que un adolescente entró armado a clase y tomo como rehenes a sus compañeros y profesores. King (que no Bachman) se arrepintió profundamente de haber publicado esa novela, en la que sucedía lo mismo, y prohibió su reedición para que el acontecimiento no volviese a ocurrir en el futuro. En su página web oficial, debajo de una sinopsis de este libro, dice: No se harán futuras reimpresiones de esta novela a petición de Stephen, debido a la delicada naturaleza de la trama. Es la primera vez que King se auto-veta. Curiosamente, Rabia es una de las novelas más aclamadas por su público, e incluso al principio él la tenía (junto a Carretera Maldita) como una de las mejores novelas de Richard Bachman.

Aún así, al igual que King, Richard Bachman tiene algo de visionario. Su novela “El fugitivo” trata sobre un concursante de un reality-show televisivo bastante peculiar. Teniendo en cuenta la precaria situación que atraviesa la televisión, y su búsqueda de morbo fácil, y gran audiencia, no sería muy descabellado pensar en algo no tan bestial, pero sí parecido, para el futuro de la televisión.

Incluso en el King que decide alejarse por momentos de las grandes dosis de terror al que nos tiene acostumbrados, pero mantiene su nombre original, podemos apreciar un poco de Bachman, sin llegar a ser él totalmente. En obras que no tienen nada que ver con el terror como “Las Cuatro Estaciones” (exceptuando la historia de invierto, al más puro estilo de King), y “Corazones en la Atlántida”, podemos apreciar dotes más dramáticas y menos aterradoras, sin dejar de ser atrayente para sus lectores de toda la vida.

La última publicación de Richard Bachman tuvo lugar en una fecha reciente, en 2007. La novela, llamada Blaze, contiene entre sus páginas la aparición de un fantasma, sí, pero a pesar de ello, se trata de un drama. Un drama con toques sobrenaturales. A la hora de publicar Blaze, King no se inventó ninguna historia. Fue claro y directo: encontró ese libro en un desván, olvidado. Como había sido escrito justo antes de escribir Carrie, supo que su autor original era Richard Bachman. En la portada de la novela aparecen los dos nombres: Richard Bachman, y Stephen King. Ambos en la misma tipografía. Quizás esto se debe a que King se tomó la libertad de actualizar y reescribir esta novela. En la nota inicial de Blaze, Stephen King nos dice que puede que haya que derramar alguna lágrima. Que nos lo permite, pero, por favor, ruega, que no sea de risa

Blaze es la última novela de Richard Bachman. Al cabo del tiempo, lo que en principio eran cinco libros, se han convertido en siete, formando lo que se llama “The Bachman Books”:

1-Rabia

2-La larga marcha

3-Carretera Maldita

4-El fugitivo

5-Maleficio

6-Posesión

7-Blaze

Recientemente, en una entrevista que dio King al público con objetivo de promocionar su novela más ambiciosa: La cúpula, se le preguntó si habría otro libro de Richard Bachman. El escritor respondió que Richard Bachman estaba muerto, pero que quizás haya algo perdido por ahí. Esa respuesta nos da algo de esperanza. ¿Quizás haya más Richard Bachman qué leer?

En otra entrevista, que fue dada hace ya unos cuantos años, con objetivo de promocionar La Mitad Oscura, King declaró que su editor le había sugerido escribir una de las novelas de George Stark (sería una versión malvada de Richard Bachman), y él había pensado en Steel Machine (Máquina de Acero), novela en la que trabaja al final del libro George Stark. Pero declaró que George Stark no podría publicarla, porque no existía, pero, sin embargo, Richard Bachman sí podría dado que sí que existía. Esa sería otra muy buena novela póstuma de Richard Bachman. Poco probable, pero no imposible.

O quizás, ¿por qué no?, una colección de relatos. Los relatos seguramente se acercarían a las tramas de Ernest Hemingway, con una pizquita del propio King. Quizás en aquellas noches en las que King dejaba que Bachman saliera, surgieron relatos que todavía no han visto la luz.

Richard Bachman es Stephen King, de eso no hay duda. Es el primer Stephen King, el más antiguo de todos. El que marca el antes y el después. Pero al mismo tiempo, Bachman no es Stephen King. Bachman es otro, diferente, aunque también con excelentes tramas. Richard Bachman tenía que existir. Es la prueba de que King, tanto ahora, como antes, tiene un talento inigualable. Y demuestra que su mitad oscura, no lo es tanto en realidad. •••

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